Acércate e inmérgete en la historia de la última mujer mesapia de Muro Tenente, un relato que nos lleva atrás en el tiempo, al siglo II a.C. Aquí, en el corazón de la antigüedad, se revelan los secretos de un rito funerario que habla de un mundo más allá de la vida, un viaje al más allá que los mesapios imaginaban subterráneo.
Frente a ti, estas dos tumbas cuentan dos historias distintas: una, desafortunadamente saqueada y destruida por ladrones de tumbas, y la otra, la tumba a la derecha, que ha conservado los restos de una joven mujer.
Imagina a esta chica, adornada para su último viaje con un alfiler de cresta de bronce en su cabello y un tobillera hecha de aros de bronce.
Su cuerpo fue colocado en una cama de madera, acompañada por objetos simbólicos y de uso diario, como platos, copas, ungüentarios y una lámpara dejada encendida dentro de la tumba.
Los restos de una comida ritual, posiblemente celebrada durante la ceremonia funeraria, se encontraron sobre la losa de cobertura del sepulcro. Su entierro tuvo lugar en la segunda mitad del siglo II a.C., cuando Muro Tenente se había reducido a un pueblo atravesado por la Vía Apia. Esta tumba, por lo tanto, representa un puente hacia un pasado lejano que los arqueólogos, gracias a su trabajo paciente y meticuloso, han podido relatar.
